Deportistas trans en competiciones femeninas ¡La gran estafa!- Marcos Hurtado Pulido
Deportistas trans en competiciones
femeninas
¡La gran estafa!
Marcos Hurtado (1964)
Probablemente
por edad y por herencia educativa me
encuentro en un permanente y creo que honesto esfuerzo por ir “adaptándome a
los tiempos”. En especial, en lo que
concierne a lo que algunos llaman “progreso cultural y social”.
Entre
todos los “avances” de este tipo que se van produciendo mientras uno “va
viviendo” algunos me “chirrían” un poco más que otros. Pero, de veras, que
intento encontrar la raíz, entender y aceptar.
Las
cuestiones de “orientación sexual” (así se llama ahora) suelen ser más
peliagudas (tenemos mucha herencia mental que administrar). La cosa empezó con que
los que se llamaban “maricones” eran gays y las “bolleras” lesbianas. Y lo peor
de todo es que estos términos, los anteriores, se utilizaban con cierta
naturalidad pero, reconozcámoslo, con bastante carácter ofensivo. Por mucha
herencia “antigua” formativo/cultural que haya en la mente de uno, si a un
hombre le gustan los hombres y a una mujer las mujeres es lo propio que tengan
derecho a actuar según su ser. Y a no ser señalados por ello.
No
hace tanto empezaron a surgir nuevas clases de orientación sexual que no
encajaban exactamente en los dos grandes bloques de heterosexuales y
homosexuales. Yo ahí ya casi me pierdo con las siglas (LGTBIQ+). Pero no porque
me chirríen, como decía antes, sino por cierto desinterés. Las últimas cifras
de este año hablan de que casi un 15% de la población española se encuadraría
en esos llamados “colectivos”. Ni que decir tiene que no tengo ninguna duda sobre que todas
estas personas tengan derecho a navegar en su vida sexual como quieran; eso sí,
sin ningún privilegio especial con respecto al resto. Cosa aparte es que dar
luz y camino a algunos de estos “colectivos” no entre en conflicto con el
camino y derechos de otros. Recorriendo las siglas, la “L” y la “G” están
claras y no deberían generar ningún “roce” con el resto. La “I” es un tema
aparte porque compromete aspectos genitales, estructura hormonal y hasta
cromosómica. La “Q”, lo siento, me parece una chorrada. Y lo de el “+” “por si
acaso se nos ocurre algo nuevo” parece cachondeo. En cualquier caso, todos
estos grupos de personas pueden desarrollar su orientación sexual (y su vida,
en general) sin colisionar con los derechos de ellos mismos o de otros (sólo
tendrán que seguir enfrentándose, durante mucho tiempo, a mentes “antiguas”)
¿Y qué pasa
con la “T” ( de “Trans”)? Aquí quería yo
llegar. Al menos en España, una mera declaración formal es suficiente para que un hombre se convierta
en mujer y vicerversa. Hasta aquí, ya parece que la cosa está poco “sustentada”;
pero no voy a entrar ahora en un amplio debate sobre este tema (que tiene mucha
tela que cortar). Vuelvo a insistir en que en temas “de éstos”, que cada cual
haga de su capa un sayo, siempre que no merme derechos o bienestar a los demás.
Me voy a centrar en una de las consecuencias de este último “experimento”. Hay
muchas: cárceles, vestuarios, aseos, etc. Pero me centro en una de las más
deshonestas.
Will Thomas, 22
años, sin querer faltarle el respeto, era un nadador estadounidense mediocre
(andaba más o menos por el puesto 500 o así en el ranking masculino). Años
preparando y formando un cuerpo masculino, con sus correspondientes hormonas
masculinas. Hete aquí que le da (no voy a entrar en sus razones y seguro que son
perfectamente válidas) por declararse mujer; mujer trans, digo yo. Y pasa en
pocos meses a ser “la” número 1 del ranking de mujeres en USA. Puede que comience
a batir records y todo eso que conlleva estar a ese nivel. ¿Es esto justo para
el resto de mujeres deportistas? No lo digo ya sólo en USA, sino en el resto
del mundo. Sin duda, no. Es un fraude, una estafa. Y lo peor, o mejor, de todo
es que son las propias mujeres y los colectivos feministas los que empiezan a
levantar la voz.
¿Solución? Si la
cosa va a más con la “T”, en el ámbito deportivo al menos, créese una categoría
propia, ajena a la masculina y femenina actuales y que allí se las apañen.
En el resto,
fuera del deporte, a mi al menos, en mi ignorancia, tengo que reconocer que la
“T” me chirría todavía mucho. ¿Será cuestión de tiempo?
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